La pareja siempre guarda un misterio.
Cuando vienen a consulta, casi siempre el motivo tiene que ver un deseo de estar mejor, de ser vistos por la otra parte, de mejorar la comunicación, mejorar la intimidad.
¿Pero cuál es la demanda que se esconde tras la demanda?
A veces las parejas encuentran una forma de cuidarse donde uno ayuda al otro a no conectar con su propio dolor. Algo que tiene que ver con un aprendizaje temprano de su propia biografía personal, o como dinámica heredada de su biografía transpersonal. Aquello que les desconecta de sí mismos a la vez les mantiene unidos. Esta forma envuelve a la pareja en una aparente estabilidad que solo se tambalea cuando la vida les golpea con circunstancias dolorosas, donde el dolor es tan explícito como lo es la necesidad de no conectar con él.
La pareja empieza a perderse en una danza destructiva donde cada cual utiliza el mismo mecanismo que aprendió hace tanto tiempo. Tanto más dolor, más desconecto de mi.
Con suerte, es en este momento que la pareja acude a terapia, casi siempre exhaustos y sin poder comprender cuando fue que dejaron de saber cuidarse.
Acompañarlos a entrar al corazón del conflicto.
Y lograr desvelar el misterio.