La relación siempre se sana en relación

Conocer cómo funciona nuestro cerebro ante situaciones determinadas nos puede ayudar a enfocar mejor nuestra intervención. En nuestro trabajo, nos encontrarnos en situaciones en las que depende de nosotr@s encontrar maneras para bajar los niveles de conflicto. Somos expertas en generar espacios de diálogo donde abordarlos y creemos a veces que ayudar a la persona a “razonar” es lo que nos dará la clave para que baje la agitación y se logre calmar la situación. Pero cuando hay desregulación emocional, la amígdala, situada en el sistema límbico, está muy activada. Esto quiere decir que el nivel de emocionalidad es muy alto y a la vez inhibe en gran parte las funciones del córtex prefrontal, el encargado de la planificación de la conducta adaptativa y habilidades complejas como el pensamiento abstracto y la autoconciencia. El córtex prefrontal nos permite identificar y comprender nuestras emociones, reconocerlas y darnos cuenta del impacto en nuestros pensamientos. Digamos pues, que como profesionales, ante una situación de conflicto, queremos tener de aliado el córtex prefrontal, tanto el de las personas con las que estamos lidiando la situación, como el nuestro, puesto que cuando se dan situaciones de tensión y conflicto también los profesionales nos desregulados. Es algo inherente a la relación.

Cómo ayudamos a bajar el nivel de conflicto? Favoreciendo la regulación a través de la relación, a través de la interacción. Si la emocionalidad está muy activa hay poco margen para poder pensar. La emoción ocupa demasiado espacio en ese momento, con lo que la mejor forma de empezar a regular es validando esa emoción. Las nuestras y las de la persona a la que estamos acompañando. Empezar a relacionarnos nombrando lo que hay presente, lo que se muestra sin juicio ni interpretación.

A medida que la emocionalidad disminuye, la amígdala deja de estar tan activada y hay más espacio para poder darse cuenta de lo que nos está pasando y poder pensar sobre ello. Es un proceso que requiere de la relación y en el caso de la intervención socioeducativa, la relación es justo nuestro mejor escenario.

La relación siempre se sana en relación.

 

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