La magia de una Constelación Familiar

Últimamente se acercan personas que me dicen les encantaría venir a un taller y conocer las constelaciones familiares pero que les da un poco de miedo. Y les comprendo. Yo también me sentí igual antes de conocerlas por primera vez. Este miedo tiene que ver con lo desconocido y muchas veces con la imposibilidad de controlar la experiencia.

Estamos acostumbradas a dar validez y confiar en los procesos y resultados desde una comprensión científico racional. Aquello que no comprendemos desde esta dimensión no le damos la misma credibilidad.

Y la experiencia cuando la racionalizamos, la limitamos, hay que vivirla. Cuando nos abrimos a la experiencia la comprensión nos llega desde otras dimensiones que poco tienen que ver con nuestra mente racional.

Y aunque algunas veces se oye hablar de la “magia” de las Constelaciones Familiares, lo cierto es que no tienen nada de magia. Tienen estructura y un método que se aprende. Y como en toda forma de relación de ayuda, una actitud terapéutica que es necesaria cultivar.

La Constelación permite acceder a la trastienda relacional que está operando de manera invisible en las dinámicas familiares, sorteando el relato que hemos incorporado para explicarnos el problema. Y a la vez observarlo desde la perspectiva que ofrece la representación facilita la incorporación de la experiencia.

Una Constelación Familiar, con suerte, permite iluminar el camino por donde empezar a elaborar el proceso de una misma en relación a su sistema familiar.

Esta es su magia.

 

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