El amor nunca fué tuyo. Tampoco nunca lo perdiste.
Nos pasamos parte de la vida buscándolo y otra parte temiendo a perderlo.
Como si entre el tú y el amor existiera algún sendero a recorrer.
El único camino es hacia una misma. Y en él tal vez tengas el privilegio de reencontrarte con todo el vestuario de tu vida.
Atrévete pues a sacarte a bailar, como si apenas te conocieras.
Y en ese baile entre la niña y la adulta, una puede verse cómo se dispone para el amor.