Mi lugar en la Constelación Familiar

Previo al inicio de una Constelación Familiar me invade un miedo aterrador.

Es un miedo al vacío, igual que de niña a la oscuridad.

Es solo al empezar que llega la curiosidad genuina por ver en qué se encuentra la persona que quiere trabajar. Cuando comparte aquello que necesita mirar se abre siempre una ventana al mundo, y de algún modo, todo lo propio de su sistema familiar va llegando de a poco al espacio que empezamos a abrir.

Ya no hay miedo. Hay un íntimo compromiso con la propia sabiduría del sistema y una plena confianza con aquello que aún está por llegar.

Todo lo demás no es mío.

 

Laia Pérez de Olaguer

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